Acto literario celebrado en el Ateneo de Jerez, el día 10 de diciembre de 2007
Isabel de Rueda, Dolords Alberola, Domingo F. Faílde, Álvaro Quintero, Carmen Sáiz Neupaver, Sandra Rubio, Uriel Garrán, Manuel Saborido Pastor y Maribel Tejero posan tras la finalización del acto literario.
Uno de los síntomas que señalan el inicio de la civilización fue, sin duda, la domesticación de diversos animales. Entre ellos, el gato, venerado como un dios por los egipcios y otros pueblos antiguos. Desde entonces, este pequeño felino se tiene como mágica criatura, amado o repudiado con la misma pasión. El gato forma parte de nuestra vida, acaso el más cercano y familiar de los animales domésticos.Sería, desde luego, espejo de poetas si, a su imagen y semejanza, los del coro apolíneo alumbrasen con su palabra la oscuridad y vieran con sus ojos cuanto en ella acontece, para saltar después sobre su presa, que no es en tal caso sino aquel nombre exacto de las cosas, glosado por Juan Ramón, el silencio que habla o las mil y una formas de decir lo inefable. Éste es, en fin, el síndrome felino, que nos convoca al maullido y al ronroneo, sobre el tejado de zinc de la utopía. O de la realidad.